jueves, 9 de abril de 2020

Ganga



El río Ganges es conocido por la creencia hinduista de que sus aguas limpian el alma de todo aquel que se baña en ellas. A su vez, también libera a las almas del arduo ciclo de la reencarnación de aquellos que, una vez muertos, son ofrecidos al río. 

Tal creencia tiene sentido si sabemos que para el hinduismo el río Ganges no es sino la manifestación natural de Ganga, diosa de la purificación. 





Cuenta la tradición que el dios Brahma creó el Ganges con el sudor de uno de los pies de Vishnu. A partir de ese momento las aguas del río fluían, majestuosas,  por el cielo. 
Pasó el tiempo y, años más tarde, el dios Indra robó el caballo con el que un rey llamado Sagara estaba haciendo un ritual como ofrenda divina.  Sagara, perplejo a la par que enojado, mandó a sus 60.000 hijos (sí, 60. 000 hijos!) buscar al caballo y traerlo de vuelta, que para eso era suyo. Por lo visto, los 60.000 hijos de Sagara eran obedientes y no cesaron en su búsqueda hasta dar con el animal en el mismísimo Inframundo, pero cometieron un fatídico error: dieron por supuesto que quien estaba recostado al lado del caballo era el dios Indra, el mismo que habia robado a su padre, y le golpearon violentamente para darle su merecido.  
Pero no, no era el dios Indra sino Kapila,  un sabio anciano, quien maldijo a la descendencia de Sagara condenándolos a vagar eternamente como almas malditas en el mismo lugar en el que él había sido golpeado, el Inframundo. 

Fue un descendiente de Sagara, el también rey Bhaguiratha, quien rogó a Brahma que la aguas del Ganges descendieran del cielo hasta para purificar las almas de sus 60.000 antecesores. Brahma, compasivo, accedió a su petición y contó con la ayuda de Shiva. Para salvar la enorme distancia desde el cielo hasta el Inframundo Ganga caería suavemente sobre el cabello de Shiva, formando el río Ganges, purificando y liberando las almas de los hijos de Sagara. 




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